Niños y adolescentes con trastornos de ansiedad…
¿Qué son los trastornos de ansiedad?
Trastorno de ansiedad generalizada
Trastorno de ansiedad por separación
Trastorno de estrés post-traumático
¿Qué son los trastornos de ansiedad?
Los niños y adolescentes con trastornos de ansiedad experimentan por lo general un intenso miedo, pena o impotencia que puede durar largos periodos de tiempo y afecta significativamente a sus vidas cotidianas. Si no se trata a tiempo, los trastornos de ansiedad pueden derivar en trastornos de más difícil solución como ausencias o problemas escolares, baja autoestima, uso de alcohol o drogas, trastornos en la edad adulta, etc. Los trastornos de ansiedad afectan a uno de cada ocho niños. Las recientes investigaciones indican que los niños no tratados tienen un mayor riesgo.
La ansiedad es normal en la infancia y suelen desarrollarse en fases a menudo sin importancia, a no ser que eviten sistemáticamente lugares y actividades cotidianas.
Los trastornos de ansiedad a menudo se presentan con otros trastornos como la depresión, trastornos de la alimentación y el trastorno de atención con hiperactividad (TDAH). Con el tratamiento y apoyo suficientes, su hijo aprenderá a gestionar con éxito los síntomas de un trastorno de ansiedad y vivir una infancia normal.
En la escuela: Si un trastorno de ansiedad es la causa de que su hijo tenga problemas en la escuela y con sus compañeros, el primer paso es hablar con el maestro, director o psicólogo del centro o de confianza haciéndoles participes de sus preocupaciones.
Los trastornos de ansiedad en niños y adolescentes deben ser identificados (lo que no suele suceder muy a menudo) y tratados para prevenir el fracaso escolar y el abuso de sustancias dañinas que quizá podría comportar.
Los trastornos de ansiedad pueden causar la evitación de situaciones sociales y un desarrollo inapropiado para los niños y adolescentes. Así pues, el tratamiento a tiempo ayudaría a los niños a aprovechar de forma correcta sus habilidades de adaptación. La investigación ha demostrado que la falta de identificación de estos trastornos durante sus primeras manifestaciones redundará en lleva a bajo rendimiento escolar y mayores tasas de trastornos de ansiedad, depresión y abuso de sustancias en el futuro.
La investigación fundamental, fue un estudio que compara directamente el tratamiento con medicación, terapia cognitivo-conductual que examina los patrones de pensamiento con el fin de modificar el comportamiento y la combinación de ambos procesos en niños y adolescentes con trastornos ansiedad trastornos.
Trastorno de ansiedad generalizada
Los niños y adolescentes con el problema se sienten terriblemente preocupados por las acciones de la vida diaria: rendimiento escolar, actividades deportivas o incluso llegar siempre puntual. También son muy responsables, se sienten tensos, así como una fuerte necesidad de seguridad. Es probable que se quejen constantemente de dolores estomacales u otros problemas físicos que no parecen tener ninguna causa justificada.
Son descritos como niños perfeccionistas, inseguros de si mismos e inclinados a repetir sus trabajos al no sentirse a gusto fácilmente con los resultados obtenidos, lo que les va generando cada vez mayor estrés.
Se cree que existen factores biológicos, familiares y ambientales que contribuyen a la causa de los trastornos de ansiedad. Es muy probable que el desequilibrio químico entre dos sustancias del cerebro contribuya al desarrollo de dichos trastornos. Mientras que un niño o adolescente quizá haya heredado una tendencia biológica a ser ansioso, la ansiedad y el temor también pueden ser aprendidos de miembros de la familia u otras personas que manifiesten con frecuencia gran ansiedad cerca del niño Una experiencia traumática también puede desencadenar la ansiedad.
A diferencia de los adultos que sufren este trastorno, generalmente los niños y los adolescentes no se dan cuenta de que su ansiedad, en determinadas situaciones, sobrepasa los límites aceptables. A lo largo de sus vidas, los niños y los adolescentes que sufren ese trastorno requieren ser tranquilizados frecuentemente. Los síntomas incluyen:
-demasiada preocupación antes de que ocurran las cosas (anticipación);
-por los familiares, amigos;
-escuela, actividades diarias;
-frecuentes dolores de cabeza, estomacales, musculares, fatiga;
-alteraciones del sueño, facilidad para el sobresalto;
-sensación de “nudo en la garganta”;
-irritabilidad.
Los padres que advierten síntomas de ansiedad extrema en sus hijos pueden ayudar procurando una evaluación y un tratamiento precoz. Generalmente, el tratamiento puede prevenir problemas futuros.
Los síntomas en los niños u adolescentes pueden ser similares a los de otros trastornos médicos o problemas psiquiátricos, por lo que es totalmente imprescindible consultar a un profesional especializado para que efectúe un diagnóstico correcto. El tratamiento específico para el trastorno de ansiedad generalizado deberá ser determinado por el médico de su hijo adolescente basándose en lo siguiente:
-la edad, su estado general de salud y sus antecedentes médicos;
-la gravedad de los síntomas;
-la tolerancia de su hijo a determinados medicamentos o terapias.
Los trastornos de ansiedad pueden ser tratados eficazmente mediante una evaluación integral del adolescente y la familia. Las recomendaciones para el tratamiento pueden incluir terapia cognitiva conductual para el adolescente, centrada en ayudar al niño o al adolescente a aprender habilidades para controlar las situaciones que contribuyen a aumentar su ansiedad. En algunos casos, los medicamentos antidepresivos o contra la ansiedad ayudan a los adolescentes a sentirse más tranquilos. No cabe duda de que los padres tienen un rol vital de apoyo en cualquier proceso de tratamiento. También se recomienda la terapia familiar y consultar con la escuela del adolescente.
Hasta el momento, no se conocen medidas preventivas que permitan reducir la incidencia de los trastornos de ansiedad generalizados en los adolescentes. Sin embargo, la detección e intervención precoces pueden reducir la gravedad de los síntomas, estimular el crecimiento y el desarrollo normal y mejorar la calidad de vida de los niños o adolescentes con trastornos de ansiedad.
El trastorno de ansiedad social o fobia social, se caracteriza por un miedo intenso a enfrentarse a situaciones sociales. Estas incluyen miedo a iniciar conversaciones, actividades no estructuradas entre sexos, hablar en clase, etc.
La evitación de estas actividades, por otro lado, tan cotidianas puede interferir significativamente con la calidad de vida de los niños y adolescentes, perjudicando en gran manera el rendimiento y asistencia escolar, así como su capacidad para socializar con sus compañeros y desarrollar y mantener relaciones.
La aparición de picos de ansiedad social, sin el adecuado tratamiento, puede persistir hasta la edad adulta, así como aumentar el riesgo de depresión o problemas posteriores.
Quizá en principio los padres y maestros consideren las señales de advertencia de un trastorno de ansiedad social como timidez y no los crean lo suficientemente importantes como para consultar o solicitar la opinión de un profesional. He aquí algunos signos de alerta:
-Indecisión, pasividad, y malestar extremo en ser el centro de atención, ser evaluado negativamente o humillado;
-Evitación o negativa a iniciar conversaciones, invitar a amigos a una reunión, hablar o solicitar información por teléfono o solicitar o pedir comida en los restaurantes, entradas de cine en taquilla, etcétera;
-Evitar la mirada mientras se habla con otra persona;
-Hablar en voz muy baja o murmurando;
-Aislarse o colocarse siempre al margen en un grupo, en la biblioteca o cafetería.
Al afrontar estas situaciones que producen ansiedad, el niño o adolescente puede sufrir: sudor frío, corazón desbocado, dolor de estómago, mareos, llanto, excesivo enrojecimiento (lo que todavía acentúa más los síntomas).
Consejos para los padres:
-Estimule a que el niño juegue en grupos, fiestas de cumpleaños, actividades extraescolares u otras situaciones sociales donde pueda interactuar con sus compañeros.
-Anime al niño a pedir comida en un restaurante y felicítele al terminar.
-Haga que su hijo le vea en situaciones sociales y cómo las maneja, controla y disfruta.
Consejos para los maestros:
Sería beneficioso para el niño acostumbrarse a situaciones en clase en la que se impliquen los estudiantes ansiosos o que tengan algún problema de timidez a través de presentaciones orales, lecturas, juegos, etc. Debe explicárseles de antemano que con esta práctica se desea ayudar a que se sientan más cómodos en clase y eliminar posibles vergüenzas recordándoles que hablar en clase o delante de otros será más fácil con la práctica. Es necesario que participen todos con preguntas y respuestas ajustadas a sus intereses como estudiantes y debates para estimular la participación.
Trastorno de ansiedad por separación
La ansiedad por separación es una etapa normal del desarrollo y aparece cuando el bebé empieza a darse cuenta de su propio yo o de que representa un ser aparte de su cuidador.
Es igual si el cuidador se encuentra en la cocina o más cerca, incluso fuera de casa, el bebé solo sabe que no está y protestará para que vuelva ya que la presencia del cuidador les da seguridad y podrá investigar las nuevas situaciones con mayor tranquilidad.
Los bebés menores a seis meses se adaptan bastante bien a otras personas y es necesario que se acostumbren a interrelacionar con alguien más que con sus padres. Quizá serán ellos quienes sientan más ansiedad por esa separación.
En algún momento entre los 4 y los 7 meses se desarrolla ya el sentido de la posesión y aprenden que tanto las cosas como las personas existen aunque no se vean, suelen entonces tirar objetos para que el adulto se los devuelvan. Antes de los ocho meses tienen poco conocimiento de lo que es común o peligroso, por lo que las nuevas situaciones o experiencias no les representan ningún temor.
Los niños con ansiedad por separación tienen a menudo dificultad en dejar a sus padres para ir a la escuela, quedarse en casa de un amigo o estar solo en casa. La ansiedad por separación puede ir acompañada de depresión, tristeza, rechazo o miedo a la posible desaparición de un familiar. Uno de cada 25 niños experimenta este tipo de trastorno.
Aun después de que el niño haya superado esta etapa en forma exitosa, la ansiedad por separación puede retornar durante períodos de estrés en los que buscarán la seguridad y protección de los padres sufriendo si no es posible esa cercanía. La presencia de los padres o responsables puede reducir el dolor que experimenta el niño, ya que la ansiedad lo empeora.
Por lo general, finaliza alrededor de los 2 años de edad, cuando los niños que empiezan a caminar comprenden que los padres pueden estar fuera del alcance de su vista, pero están ahí y/o van a regresar. A esa edad, igualmente, se presenta un deseo normal de probar y disfrutar de su autonomía.
Síntomas a tener en cuenta:
-Sufrimiento excesivo durante la separación.
-Preocupación por la pérdida o posible daño de la persona que el niño percibe como cuidador.
-Constante negación a ir a la escuela u otros lugares debido al miedo a la separación.
-Miedo a ir a la cama sin la presencia del adulto conocido.
-Quejas constantes sobre dolores físicos.
-Pesadillas.
No se requiere ningún tratamiento para la ansiedad por separación común ya que es un proceso normal en el desarrollo del niño. No obstante, para los niños mayores que no han superado con la edad la ansiedad por separación, los tratamientos suelen ser efectivos y pueden incluir terapias individuales más una terapia familiar como complemento.
Cuando la ansiedad por la separación se presenta durante la adolescencia, el pronóstico no es tan claro y puede indicar el desarrollo de un trastorno de ansiedad.
Los niños y adolescentes con fobias experimentan miedos excesivos no reales ante ciertas situaciones y/o objetos. Muchas fobias tienen nombres concretos y el trastorno se centra por lo general en animales, tormentas, agua, alturas o situaciones relativas a hallarse en sitios cerrados, sangre, etc.
Lamentablemente hay muchos niños y adolescentes que han tenido una experiencia que les ha afectado y no han podido superarla. Como consecuencia, llevan una vida en la que el miedo es frecuente en ellos, un miedo en particular y que médicamente es la palabra fobia.
En los niños y adolescentes el temor identificado debe durar al menos 6 meses para ser considerado como una fobia, en lugar de un temor transitorio.
El tratamiento específico para las fobias ha de ser siempre facilitado por el profesional ya sea médico o psicoterapeuta ya que es necesario tener en cuenta la edad del niño, antecedentes médicos, gravedad, tipo y efectuar un diagnóstico preciso.
Como todos los trastornos de ansiedad, las fobias pueden ser tratadas eficazmente y el tratamiento siempre se debe basar en una evaluación integral del adolescente, de la familia y del entorno.
Hasta el momento, no se conocen medidas preventivas que permitan reducir la incidencia de las fobias en niños y adolescentes. Sin embargo, la detección e intervención precoces pueden reducir la gravedad de los síntomas, estimular el crecimiento y el desarrollo normal del adolescente y mejorar su calidad de vida en el momento y en el futuro.
Los “ataques de pánico” repetidos en niños y adolescentes sin causa aparente son signo del trastorno. Son periodos de miedo intenso acompañado por síntomas que incluyen fuertes latidos de corazón, sudor, mareo, nauseas o sentimiento de muerte inminente e irrealidad. La experiencia es tan perturbadora que, al igual que el adulto, el joven vive ante el temor de sufrir otro ataque. Pueden rehusar ir a los lugares donde le han sobrevenido el ataque o incluso salir de casa para ir a la escuela o separarse de sus padres.
Si no se diagnostica y se trata adecuadamente, el desorden del pánico y sus complicaciones pueden ser devastadores. Los ataques de pánico pueden interferir con las relaciones sociales, el trabajo escolar y el desarrollo normal del niño o del adolescente. Pueden comenzar a sentirse ansiosos la mayor parte del tiempo, aun cuando no estén teniendo un ataque de pánico. Algunos niños y adolescentes con desorden del pánico pueden desarrollar una depresión mayor correr el riesgo, tratando de buscar la reducción de síntomas, de adoptar comportamientos más graves, como adicciones, etc.
El desorden del pánico en los niños es muy difícil de diagnosticar y originar muchas visitas a médicos con pruebas y más pruebas intentando descartar problemas físicos.
Una vez diagnosticado correctamente, la psicoterapia puede ayudar al niño y a la familia a aprender formas de reducir el estrés o los conflictos que causen un ataque de pánico. Con técnicas que se enseñan en la «psicoterapia cognoscitiva del comportamiento», el niño y adolescente puede también aprender nuevas formas de controlar la ansiedad o los ataques cuando se presenten. Muchos niños y adolescentes con el desorden de pánico responden bien a la combinación de medicamentos y psicoterapia para poner término a los ataques de pánico.
Los niños y adolescentes con un trastorno obsesivo compulsivo, en ocasiones denominado TOC, se ven atrapados en un cuadro de pensamientos y comportamientos rituales repetitivos. Alrededor de 2 de cada 100 adolescentes experimentan trastornos obsesivos compulsivos.
Las obsesiones se definen como ideas, impulsos o imágenes mentales recurrentes que el niño no puede evitar aunque no le gusten y que le producen mucha ansiedad o estrés como temor a contaminarse, a causar daño a otro, que les pase algo a los padres, familia, etc., ideas agresivas o de contenido sexual, escrupulosidad, necesidad de simetría. No se trata de simples preocupaciones sobre problemas de la vida cotidiana aunque generalmente reconoce que son producto de su mente y que no son reales.
Las compulsiones se definen como comportamientos repetitivos desde lavarse las manos, ordenar cosas, asegurarse de cosas o acciones mentales como contar, repetir palabras, rezar que el niño se siente empujado a hacer en respuesta a una obsesión o según reglas particulares aplicadas rígidamente para prevenir o reducir la ansiedad o evitar que pase algo malo tanto a uno mismo como a los demás.
Cierta obsesividad y compulsividad son normales en niños pequeños, entre los 2 a los 10 años, así como en los adolescentes. Los rituales a la hora de dormir o en la higiene o la eliminación son frecuentes en niños pequeños y no representan patología, pero si duran mucho tiempo todas las noches o si no disminuyen con la edad pueden sugerir la existencia de un problema.
El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) afecta a uno de cada 200 jóvenes y en muchos casos tiene un impacto grave sobre su funcionamiento académico, social o familiar. Suele iniciarse entre los 7 a 10 años (coincidiendo con los primeros años de educación primaria aunque ésta no sea la principal causa).
Sin embargo, pocos niños son diagnosticados y aún menos tratados correctamente. El TOC es uno de los grandes desconocidos entre los trastornos de ansiedad en los niños. Muchos niños lo sufren en silencio hasta que sus padres se dan cuenta, pero a veces tampoco ellos piden ayuda, convirtiéndose en un problema secreto, del que no se habla o se hace con vergüenza. Otras veces se confunde con “manías” o costumbres del niño, o con una personalidad limpia o muy ordenada.
La mayoría de los niños con TOC se pueden tratar y mejoran con una combinación de tratamiento psicológico de tipo cognitivo conductual y, en ocasiones, con medicación del grupo de los antidepresivos inhibidores selectivos de recaptación de serotonina (ISRS) El tratamiento debe ser realizado por un médico experto en niños con TOC y la psicoterapia por un profesional psicoterapeuta especializado.
Parte del tratamiento conductual incluye enseñar al niño y a los padres a hablar de una forma diferente del TOC, y separar lo que es el niño de lo que es el TOC. El niño aprende a anticipar los pensamientos involuntarios y absurdos y se le enseña, poco a poco, a evitar las compulsiones derivadas. El niño va eliminando primero las más simples o con menor dificultad hasta las que le originan mayor ansiedad intercalando el trabajo del consultorio con el experto y en casa con la colaboración de los padres, lo cual será muy beneficioso.
Los síntomas más frecuentes de T.O.C. en niños y adolescentes incluyen:
-Limpieza: sienten obsesión relacionada con la contaminación a través de determinados objetos o situaciones.
-Verificación: inspeccionan de manera excesiva con el propósito de evitar que ocurra una determinada catástrofe que creen tendrá lugar si no lo realizan una y otra vez.
-Repetir acciones o mentalmente: ejecutan acciones de forma repetida e invocan pensamientos o imágenes repetitivas con el objeto de contrarrestar la ansiedad que experimentan provocada por ideas y representaciones que constituyen sus obsesiones. También existen pensamientos sexuales recurrentes, que incluyen sobre todo un temor exagerado a ser homosexual.
-Ordenar: exigen que las cosas que les rodean estén dispuestas de acuerdo con determinadas pautas rígidas y distribuciones simétricas que ellos mismos establecen y coleccionan objetos insignificantes, de los que no pueden desprenderse.
Trastorno de estrés post-traumático
Los niños y adolescentes pueden desarrollar un trastorno de estrés post-traumático después de experimentar un acontecimiento estresante. Tales sucesos pueden incluir experiencias de abusos físicos o sexuales, ser víctima o testigo de un acto violento, desastre climático o accidentes, etc.
Las personas jóvenes suelen experimentar el hecho una vez y otra de un modo altamente perturbador a través de instantáneas u otra clase de pensamientos. Como resultado, evitan todo aquello asociado con el trauma. Pueden actuar de forma imprevista o tener dificultades o trastornos del sueño.
Lo característico en el Desorden de Estrés post-traumático no es una respuesta normal al estrés sino una descompensación de los mecanismos adaptadores al mismo con sintomatología y emociones perturbadoras que persisten luego de un mes de ocurrido el trauma. Quizá irán asociados al desorden síntomas depresivos persistentes y cuadros de ansiedad por separación.
Los tipos incluyen:
-Agudos o crónicos.
-Desastres Naturales: inundaciones, tornados, aludes, incendios, huracanes.
-Provocados por el hombre o tecnológicos: accidentes (aéreos, tren, coche, derramamientos de sustancias nocivas, explosiones, terrorismo, guerras, secuestros, violaciones, violencia verbal-física.
-Agresiones o víctima habitual incapaz de defenderse.
-Acoso Escolar (Bullying) persistente, mantenida en el tiempo (semanas, meses o años).
-Guiada por individuo o grupo.
Síntomas:
-Dificultad para conciliar el sueño y fijar la atención.
-Mojar la cama.
-Juegos repetitivos acerca de: salvación de amigos, amenazas para sí mismos o para los otros o jugar juegos como cuando eran más pequeños.
-Pensar que dan mala suerte a otros.
-Estado de ánimo apagado.
-Miedo a quedarse solos.
-Disminución marcada de interés en actividades cotidianas: aseo, lenguaje, alimentación, juegos habituales, rendimiento escolar.
-Sensación de que el futuro se acorta: no se espera terminar una carrera, casarse, tener hijos o una larga vida.
-Formación errónea de fenómenos naturales: si ven llover el presagio es un huracán.
-Síntomas físicos como: molestias abdominales, dolor en el pecho, o dolor de cabeza.
Tratamiento del estrés post-traumático en niños y adolescentes
Para los niños el simple hecho de ser llevados a un hospital para ser examinados, expuestos a olores, ruidos y situaciones confusas que no le son propias, les produce una sensación aterradora.
La predisposición de los niños y adolescentes a padecer un desorden de estrés post-traumático después de haber sufrido o presenciado un accidente depende de muchos factores que incluyen, entre otros, la presencia de lesiones y necesidad de cuidados intensivos, exploraciones y tratamientos cruentos. En especial si se trata de muerte o lesión de sus padres.
La identificación de los síntomas y signos del Desorden de Estrés Post-traumático ayuda en el manejo de las secuelas psicosociales a largo plazo.
Su remisión se logra por la aceptación consciente de los cambios dolorosos originados por el estrés y se ve facilitado por intervenciones psicoterápicas individuales o en grupo, evitando la medicación (o, en todo caso, por un tiempo limitado) que no haría sino aumentar la negación y la no integración de la experiencia traumática. Las técnicas de orientación dinámica de información se han mostrado consistentes en cuatro partes: expresión de los acontecimientos, exploración de las reacciones problemáticas, identificación de las estrategias prácticas de afrontamiento y de los sentimientos provocados por la catástrofe, planes de acción a tomar y consultas.
En las reacciones catastróficas de estrés agudo, que se caracterizan por síntomas de pánico, desorganización cognitiva, desorientación, disociación, insomnio severo, tics y otros trastornos del movimiento se recomiendan estrategias terapéuticas que incluyan soporte inmediato, traslado del lugar del trauma a un lugar seguro, medicación ansiolítica durante un tiempo limitado y psicoterapia dinámica breve de apoyo y expresión.
Esta misma técnica es efectiva para los casos y reacciones de duelo patológico. Se procura establecer lo más rápidamente posible una buena alianza terapéutica, capaz de contener y moderar reacciones transferenciales intensas con expresión de emociones negativas y positivas difíciles de tolerar por el paciente e incluso por parte del terapeuta.
Imagen Jerrold