Trastornos del sueño

Problemas de sueño en la niñez y adolescencia

Los trastornos del sueño en la niñez sólo suelen suceder de forma ocasional. No son serios y mejoran por sí mismos, con el tiempo. Si no es así, es necesario prestarles atención. Además de ser muy perturbadores pueden interferir en el aprendizaje del niño y también en su comportamiento, además de ser el causante de un problema de salud latente, físico o mental.

El niño puede tener problemas para ir a dormir o despertarse por la noche y requerir la presencia de los padres. Los más pequeños pueden también experimentar miedo a quedarse solos; esta “ansiedad por separación” es normal a edades tempranas.

La dificultad en conciliar el sueño puede deberse a varias razones como demasiadas siestas durante el día, miedos nocturnos o a mojar la cama.

Es posible que, aunque parezca un contrasentido, si su hijo está muy cansado puede mostrar irritabilidad, agresividad o incluso encontrarse  encontrarle hiperactivo.

Los niños ya más mayores y los adolescentes pueden también experimentar problemas de insomnio. Por ejemplo, si están preocupados o han tomado demasiado te o café, refrescos de cola u otras bebidas energizantes o incluso drogas. Algunos pueden haber adquirido el hábito de ir a dormir tarde y, por tanto, les sea muy difícil conciliar el sueño si van a la cama antes. Es importante que su hijo siga una rutina en cuanto a la hora de ir a dormir por lo que debe decidir las horas idóneas para que se vaya a la cama y para que se levante y sea rígido en las elegidas.

Hay niños y adolescentes que no duermen las horas suficientes durante la noche. Las razones pueden ser las siguientes:

-Trasnochar ya sea con amigos, trabajo o estudios.

-Estrés o preocupación.

-Los propios ronquidos pueden despertar a un niño (apnea obstructiva del sueño). – – Pueden ser originados por amígdalas y adenoides o vegetaciones inflamadas. Su extracción puede, en ocasiones, solucionar el problema.

-Algunos adolescentes suelen dormir mucho si están deprimidos.

-El uso inadecuado de drogas o alcohol pueden también ser un factor desencadenante.

La mayoría de los niños sufre pesadillas ocasionales que suelen recordar y necesitan ayuda y consuelo para poder conciliar el sueño de nuevo y el desencadenamiento puede ser las preocupaciones, accidentes, malos tratos o abusos, etc. Es beneficioso que el niño pueda explicar su sueño o dibujarlo, en busca de las razones que han ocasionado su malestar y tratar de encontrar la ayuda necesaria.

Terrores nocturnos

Afectan a los niños de edades comprendidas entre 4 y 12 años. Son completamente distintas a las pesadillas o la ansiedad relativa a los sueños. Al contrario que éstas, suelen suceder a los niños una hora o dos después de dormirse. El primer signo es que el niño chilla de forma incontrolable y parece estar despierto, aunque a pesar de las apariencias el niño esté todavía dormido. Durante estos periodos no podrá reconocerle, estará confuso e incapaz de comunicarse y  será francamente difícil tranquilizarle. Es mejor tratar de despertarle y permanecer con él hasta que haya pasado el terror, por lo general, después de cinco minutos y no recordará nada de lo sucedido por la mañana. Los niños suelen superar esta etapa.

Sonambulismo

Este trastorno es similar a los terrores nocturnos, pero en lugar de estar totalmente aterrorizado, el niño se levanta de la cama y deambula por el piso. Lo único que se puede hacer es asegurarse de que durante su “paseo” no sufra ningún daño. Es posible que necesite adoptar precauciones, como instalar una puerta en las escaleras, cerciorarse de que las puertas y ventanas están bien cerradas y de que los aparatos eléctricos o con llama estén protegidos o bien apagados.

Tratamiento

Existen algunas técnicas sencillas que pueden ayudar a que los niños y adolescentes duerman mejor:

Fije una rutina consistente e idónea para la hora de ir a la cama. Debería empezar por unos momentos de tranquilidad, un baño seguido por un pequeño cuento antes de darle las buenas noches. Sea cariñoso pero firme para ayudar al niño a establecer sanas costumbres y a conciliar el sueño interpretando estos momentos como divertidos y agradables.

Cuando el niño llora, es preciso asegurarse de que no esté mojado, enfermo o sufra algún dolor. No permanezca mucho tiempo junto a su cama, ya que ello les  estimularía a que permanezcan despiertos.

Un chupete ayudará al bebé a permanecer en calma pues al despertar necesitan realizar la acción de mamar. Déjele a su alcance su manta o juguete favoritos para ayudar a sus hijos a superar su ansiedad por separación.

Si las cosas no mejoran, piense en consultar la opinión de un especialista en pediatría o psicólogo infantil. Ello ayudará a encontrar dónde está el problema y cuál es la mejor solución.

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